En 2000, arqueólogos de la Universidad de Calgary, bajo
la dirección de Dr. Geoffrey McCafferty, iniciaron investigaciones de culturas prehispánicas
que vivieron en la costa del Lago Cocibolca. Específicamente, estas investigaciones
han intentado evaluar relatos históricos de migraciones de grupos mesoamericanos
del altiplano de México (FIGURA
1), quienes hablaban idiomas asociados con las familias de Oto-Mangue y Náhuatl.
Santa Isabel
Santa Isabel, al norte de San Jorge, fue identificado en el libro fundacional The
Archaeology of Rivas, Nicaragua por Paul Healy (1980), y también en el
recorrido superficial de Karen Niemel (2003).
En estos estudios fue interpretado como uno de los sitios más
importantes del Postclásico (800-1522 d.C.). Desde 2000 a 2005 el Proyecto
Santa Isabel, Nicaragua (SIN) investigó rasgos domésticos para inferir prácticas
cotidianas del período Sapoá, pero sin encontrar evidencia del período Ometepe
asociado con los Nicarao.
Siete locales fueron investigados en Santa Isabel
utilizando pozos de prospección y excavaciones horizontales (FIGURA 2). Los montículos 1, 3, y 6 fueron los que se
exploraron con mayor intensidad. El énfasis estaba en exposiciones de niveles
superiores, relevante a los últimos habitantes. Fechas de radiocarbón indican
que el sitio fue abandonado cerca de 1250 d.C.
El Proyecto SIN fue uno de los primeros en Centroamérica
para investigar prácticas domésticas, incluyendo la arquitectura residencial,
alimentación, producción especializada, y la ideología religiosa. Otro
resultado importante fue la datación por radiocarbón de muestras asociadas con
cerámica policromada, para revisar la cronología del Postclásico.
Tepetate
Tepetate está ubicado al norte de la ciudad moderna de Granada,
y ha sido conocido por arqueólogos (y huaqueros) por más de 100 años. En 1996, Silvia Salgado lo identificó como
centro regional, probablemente asociado con la comunidad indígena de Xalteva al
momento de la Conquista. Excavaciones del Proyecto Arqueológico Granada,
Nicaragua (PAGN), en 2008, exploró tres locales en el extremo norte del sitio (FIGURA 3). En Tepetate
se encontraron restos arquitectónicos en niveles profundos, aunque las capas
superiores eran muy perturbadas por acciones de huaqueros. Es una tragedia que
uno de los sitios más importantes de Nicaragua ha sido casi destruido en
tiempos recientes. En el Local 3 se excavó un cementerio de restos humanos muy
deteriorados, asociado con urnas tipo zapato.
El Rayo
El sitio El Rayo está localizado en la península Asese
del Lago Cocibolca. Fue descubierto por Silvia Salgado en los 90s como parte de
su inventario de sitios en la región de Granada. Hace pocos años, durante la construcción
de un camino, se encontró evidencia de
un cementerio Postclásico con restos de urnas en forma de zapato. Para rescatar
información del sitio, investigaciones empezaron en 2009 y continuaron en 2010 (FIGURA 4). El Rayo es
uno de los sitios arqueológicos más importantes en Nicaragua, en parte porque
fue ocupado continuamente desde el período Bagaces tardío hasta el Sapoá
(600-1250 d.C.), pero también por la preservación excelente de materiales. Ofrece
un rango de patrones mortuorios, incluyendo entierros rituales. Restos domésticos
en el Local 2 permiten comparaciones entre la cultura material de la transición
Bagaces/Sapoá, cuando grupos étnicos de México llegaron al Pacífico de
Nicaragua. El análisis de estos contextos permitió una reevaluación rigorosa de
estos mitos de migración.
Este ensayo presenta conclusiones de diez años de
investigación arqueológica. Está
dividido entre cronología, alimentación, arquitectura, patrones mortuorios, ornamentación,
y producción especializada artesanal.
Fundaciones cronológicas
Las culturas arqueológicas son descritas en base a sus
dimensiones espaciales y temporales. Así mismo, las cronologías regionales son
una fundación importante para interpretación. La cronología del Pacífico de
Nicaragua tradicionalmente ha sido asociada a Costa Rica, en parte por la
abundancia relativa de la arqueología científica allá. El resultado, es una
secuencia de cinco períodos de larga duración (figura 5).
Radiocarbón
La técnica más común para determinar fechas arqueológicas
es utilizando isótopos de radiocarbón. El elemento carbón típicamente tiene 12
neutrones (C12), pero también existe carbón radioactivo con 14 neutrones (C14).
Estos átomos radioactivos decaen en un rato fijo, con vida media de 5270 años.
La determinación de la cantidad de C14 en una muestra orgánica, por ejemplo en
madera carbonizada, da una aproximación del tiempo después de la muerte.
Santa Isabel
Diecisiete muestras de radiocarbón fueron analizadas de
Santa Isabel, y todas fechaban entre 900 a 1250 d.C., consistente con el
período Sapoá (figura 6). Esto fue una sorpresa, porque investigaciones
previas en el sitio concluyeron que fue ocupado continuamente en el período
Ometepe, hasta el contacto Europeo. Estas interpretaciones previas estaban basadas en cerámica diagnóstica del período
Ometepe, como los polícromos Vallejo y Madeira, y Castillo Esgrafiado. La
conclusión, en base a las fechas nuevas, es que la secuencia cerámica
tradicional debe ser revisada, con muchos de los diagnósticos ‘Ometepe’
introducidos unos siglos más temprano (figura 7).
Tepetate
Cuando no se encontraron restos asociados con el período
Ometepe en Santa Isabel, el sitio de Tepetate fue escogido porque fue ocupado
al momento del contacto europeo. Las
excavaciones recuperaron cerámica asociada con la secuencia tradicional,
incluyendo cerámica de los tipos Mombacho y Vallejo (figura 8). Dos fechas de C14 (1030 +/- 40
y 1140 +/- 40) otra vez pertenecen al período Sapoá Tardío, indicando una vez
mas que la secuencia tradicional no coincide con los datos nuevos.
El Rayo
El Rayo fue excavado con la esperanza de encontrar restos
del período Ometepe, y nuevamente el sitio aparece abandonado durante el período
Sapoá Tardío (1100-1150 d.C.). Asombrosamente, niveles profundos en el Local 2,
incluyeron depósitos ricos de cerámica del período Bagaces Tardío (figura 9). Fechas de
radiocarbón indican que el sitio fue ocupado por primera vez 600 d.C.; y entre
650 a 800 d.C. nuevos tipos de cerámica, como el Momta Policromo, fueron
introducidos. La cerámica Sapoá fue adoptada relativamente rápido, entre 750 y
850 d.C., con cambios grandes en los tipos y formas de vasijas empleadas.
Conclusión
Los proyectos SIN y PAGN han contribuido 27 fechas de
radiocarbón relacionadas a los períodos Bagaces Tardío hasta Sapoá Tardío,
600-1250 d.C. Los resultados cambian la secuencia tradicional, especialmente en
relación a diagnósticos del período Ometepe, y clarifican la transición entre
Bagaces y Sapoá (650-800 dC).
Alimentación
La alimentación –definido por las plantas y animales
consumidos, las técnicas de preparación y rituales asociados– es una manera
fundamental para inferir las identidades culturales, especialmente la etnicidad
(figura 10). Para
identificar posibles grupos de migrantes en el Pacífico de Nicaragua,
consistente con las fuentes etnohistóricas, la alimentación arqueológica fue
una meta importante de los proyectos SIN y PAGN.
Medio ambiente
El Pacífico de Nicaragua ha estado descrito como un
paraíso ecológico, con una abundancia de plantas y animales selváticos. Esto
está reflejado en la diversidad de restos faunísticos recuperados en contextos
arqueológicos, como pescado, tortuga, venado, armadillo, y una variedad de
aves, reptiles, y mamíferos. Los pescados fueron los más abundantes en restos
de fauna en los contextos bien preservados de Santa Isabel y El Rayo (figura 11). En cambio,
en Santa Isabel los venados fueron la mayor contribución de carne en la dieta.
Herramientas de caza
La evidencia arqueológica por la caza y pesca de animales
incluyó una de las clases de artefactos más abundantes (figura 12). Pesas de red para pescar
hechas de fragmentos de cerámica, se encuentran en varias formas. Anzuelos de
hueso se encontraron tanto en Santa Isabel como en El Rayo. Puntas de proyectil,
probablemente utilizadas como lanzas para cazar animales grandes, fueron escasas. Más común eran las bolitas de arcilla,
utilizadas como proyectiles de cerbatana para cazar aves.
Restos botánicos
Preservación excelente de restos de plantas incluyen
muestras de madera y semillas carbonizadas (figura 13). Análisis microscópico de la madera
carbonizada puede ofrecer información acerca de la selva prehispánica. La
mayoría de las semillas son de jocote, una fruta que puede ser fermentada para
hacer una especie de vino. Otras semillas incluyen frijol, cacao y nueces de la
palma coyol. Es notable que no haya evidencia arqueológica de maíz.
Preparación
Otros artefactos relacionados con la preparación de la
comida. Raspadores líticos fueron empleados para descarnar animales de caza. Las
hachas eran utilizadas para cortar arboles, y posiblemente para excavar raíces
comestibles. Con piedras de moler, como manos y metates (figura 14), la gente molió semillas y
frutas; aunque un estudio reciente de fitolitos indicó (otra vez) que el maíz
no estaba procesado. Pequeños microlitos, llamados ‘raspaditas’, posiblemente
fueron metidos en tablas de madera para raspar raíces como la yuca.
Vasijas de cocina
Vasijas utilitarias ofrecen información adicional sobre prácticas
de cocina (figura 15). Vasijas abiertas (cazuelas) probablemente
fueron utilizadas para preparar sopas con una mezcla de plantas y animales silvestres.Las
vasijas en forma de zapato posiblemente eran para hervir líquidos, con el vapor
capturado por la superficie superior de la vasija.
Conclusiones
Recientes investigaciones arqueológicas ofrecen
información extensiva sobre la alimentación prehispánica, especialmente del período
Sapoá. La gente consumió plantas y animales obtenidos del medio ambiente. En
contraste a las expectativas, casi no existía evidencia de plantas o animales
domésticos: no hubo evidencia de maíz, chompipe, ni perro entre los cientos de
semillas carbonizadas o restos faunísticos.
Estudios nutricionales utilizando el análisis de isotopos, están en
proceso para clarificar patrones antiguos de la dieta.
Arquitectura
Muy poca información existía
acerca de formas arquitectónicas prehispánicas. En fuentes etnohistóricas del
siglo XVI, por ejemplo por Oviedo, habían descripciones de edificios
impermanentes hechos de bajareque y techos de palma (figura 16).
Fotos históricas también dan imágenes de casas indígenas (figura 17). Hasta el
inicio de los Proyectos SIN y PAGN, las excavaciones arqueológicas no han
recuperado mucha información sobre patrones arquitectónicos en el Pacifico de
Nicaragua.
Santa Isabel
Las excavaciones en Santa
Isabel permitieron investigar restos domésticos en varios montículos
artificiales. Aunque no fue posible identificar huellas completas de los
edificios, se encontraron varios restos de pisos ocupacionales y muros (FIGURA 18). La mayoría de los pisos consistieron de arena
compactada, pero en algunos casos habían capas delgadas de estuco. En el Montículo 3, una secuencia de ocho
pisos superpuestos, indica que fueron ocupados de 30-50 años antes de reconstrucción.
Los muros consistieron de bajareque –una composición de palos delgados
entrelazados y cubiertos con lodo seco-. Restos arqueológicos de bajareque están
en forma de pedazos de lodo quemado con huellas de los palos.
Tepetate
El montículo mas completo de
Tepetate ha estado muy huaqueado en años recientes. Excavaciones encontraron el derrumbe de muros
destruidos en capas superficiales del edificio. A una profundidad mayor a un
metro, si había evidencia de pisos hechos de piedra asociados con las bases de los
muros (figura 19). En
otro local del mismo sitio, se excavó un muro bien preservado de piedras.
El Rayo
Un ejemplo de arquitectura
monumental fue encontrada en el Local 2 de El Rayo, con un muro de piedra a un
metro de ancho, que probablemente sirvió como muro de contención (figura 20). Fue construido en la fase Bagaces Tardío. Además,
restos arquitectónicos de estructuras habitacionales estaban ubicadas encima de
la plataforma hecha por el muro de contención.
Conclusión
Aunque son mínimas, la
evidencia de arquitectura encontrada en estos proyectos es de las primeras
descubiertas en Nicaragua. Indica que los indígenas vivían en casas permanentes
y en asentamientos de larga duración. La presencia de un muro monumental
implica una organización política, en la que los habitantes trabajaban juntos
para el bien público.
Patrones Mortuorios
Investigaciones arqueológicas recientes en el Pacífico de
Nicaragua, han encontrado un rango de patrones mortuorios de los períodos
Bagaces y Sapoá (600-1250 d.C.). Estos períodos incluyen la llegada de
migrantes mesoamericanos, como dicen las fuentes históricas, y entonces se
relacionan a cambios culturales. Patrones mortuorios ofrecen datos importantes
para evaluar estos cambios.
Santa Isabel
El patrón típico de entierros en el Postclásico de
Nicaragua, está en urnas grandes con forma de zapato (figura 21). En Santa Isabel estas fueron
utilizadas para enterrar infantes. En contraste, un adulto y dos adolescentes
fueron enterrados directamente en el suelo, abajo de pisos residenciales (figura 22). El adulto
(masculino) fue enterrado con pedacitos de piedra verde, herramientas de
lapidario, y una vasija extraña con caras de búho.
Tepetate
En Tepetate, conjuntos de urnas fragmentadas, incluyendo
urnas en forma de zapato y ollas con boca grande, fueron encontradas con restos
humanos mal preservados (figura
23). Todos los individuos fueron adultos, unos adentro de urnas y otros
extendidos encima. Ofrendas incluyeron cajetes, vasijas miniaturas con caras
aplicadas, y ornamentación. Una posible cripta fue encontrada en Montículo 1,
en donde había una alineación de piedras planas. Un diente humano fue el único
resto humano en una área con mucha evidencia del huaquerismo.
El Rayo
El sitio El Rayo tenía entierros de los períodos Bagaces
y Sapoá, pues presentaba evidencia excelente para interpretar cambios en
patrones mortuorios. El cementerio principal fue expuesto en un corte de
camino, que revelaba urnas con forma de zapato, y restos humanos. Varias
concentraciones de urnas tipo zapato, fueron encontradas (figura 24) con vasijas
pequeñas y piedras volcánicas adentro; pero restos humanos fueron escasos. En
cambio, cráneos humanos aislados fueron encontrados adyacentes a las urnas,
posiblemente como evidencia de un culto de cabezas de trofeo. Una excepción fue
una urna con cráneo adentro, con una navaja de pedernal en su boca (figura 25). Un conjunto
de tres urnas estuvieron asociadas con un grupo de navajas bien formadas, dos
orejeras grandes, y una cajetilla llena con casi 100 cuentas de barro. Abajo
del nivel de las urnas, habían entierros primarios en posición flexionada,
asociado con cerámica del período Bagaces como indicador de un patrón distinto
(figura 26).
El Local 3 tenía urnas de zapatos adicionales, orientadas
de norte a sur, en frente de una capilla (figura 27). Restos humanos fueron escasos en las
vasijas; aunque huesos aparecieron en el suelo alrededor de las urnas. En otra
área del mismo local, restos humanos en mal estado de preservación estaban
asociados con vasijas completas, un cascabel de cobre y una ocarina (figura 28).
Conclusión
Excavaciones recientes en el Pacífico de Nicaragua han
encontrado una variedad de patrones mortuorios. Durante el período Bagaces,
entierros fueron primarios, en posiciones flexionados o extendidos. Urnas en
forma de zapato fueron típicas del período Sapoá, aunque la presencia de restos
humanos en las urnas fue inconsistente, con infantes en las urnas en Santa
Isabel pero adultos enterrados en urnas en Tepetate.
Ornamentación e identidad
Una de las metas principales de
la investigación arqueológica en el Pacífico de Nicaragua fue la interpretación
de identidades culturales, especialmente la etnicidad. La ornamentación es uno de los aspectos de la
cultura material más relacionada a la identidad. En Nicaragua, la ornamentación
consistió de objetos como cuentas de collar, colgantes, orejeras hechas de
piedra verde, hueso, concha, y cerámica. Otra ornamentación incluyó materiales
impermanentes, como textiles, plumas, y tatuaje. Estos podrían ser inferidos por las
figurillas policromas en contextos arqueológicos.
Cuentas
Las cuentas fueron una de las
clases de ornamentación más común (figura 29). La mayoría
fueron fabricadas de arcilla, pero hueso y piedra verde también fueron
utilizados. En El Rayo, una cajetilla pequeña contenía casi 100 cuentas de
cerámica y hueso, probablemente como una ofrenda mortuoria. Una cuenta larga de
Santa Isabel fue grabada con la cara del dios de la lluvia mesoamericano,
Tlaloc.
Colgantes
Colgantes estaban hechos de barro,
hueso (incluyendo dientes humanos y de animal), concha y piedra verde (figura 30). Los más
elaborados fueron grabados en hueso: uno representó serpientes emplumadas. Un
cascabel de cobre fue recuperado, como un ejemplo raro de joyería metálica.
Orejeras
La mayoría de las orejeras
fueron hechas de arcilla fina, pulida a un color café oscuro. La forma mas común consistió de círculos con
paredes delgadas y cóncavas (figura
31). El tamaño puede relacionar la edad del individuo y/o su estatus.
Otras orejeras fueron más elaboradas, con decoraciones. Algunas fueron hechas
con vertebras de pescados.
Tatuaje y pintura
Fuentes etnohistóricas, indican
que los nicaragüenses indígenas decoraban ellos mismos sus cuerpos con
tatuajes. Esta práctica es indicada por las figurillas policromas del
Postclásico. Sellos han sido encontrados para la aplicación de decoración
pintada en textiles y en el cuerpo mismo (figura 32).
Figurillas
Figurillas como
representaciones en miniatura, ofrecen información importante en la manera de
cómo los nicaragüenses de imaginaban a si mismos, con detalles sobre la
ornamentación que no se preserva arqueológicamente, como tocados, tatuajes,
pintura de cuerpo y vestimenta (figura 33). Análisis cuidadosos de figurillas con otros
aspectos de la ornamentación, pueden dar información importante de estética,
sobre los conceptos en relación al ‘cuerpo hermoso’.
Producción Especializada
Artesanal
Una de las características fundamentales de las sociedades
complejas, es la producción especializada de materiales. Esto implica la
alocación de tiempo y energía laboral, aparte de subsistencia básica. También
sugiere un grado de jerarquía y el intercambio a larga distancia de objetos
preciosos. Las investigaciones en el Pacífico de Nicaragua, y particularmente
en Santa Isabel, han encontrado una variedad de actividades especializadas
artesanales.
La lítica
La evidencia más abundante de la producción especializada
existe en los miles de fragmentos de piedra lascada, un deshecho en fabricación
de herramientas de pedernal. La mayoría de materiales de lítica utilizados en
la costa del Lago Cocibolca fue silex blanco, pero el pedernal rojo oscuro,
calcedonia y obsidiana también fueron utilizados (figura 34). Ninguno de estos materiales provenían
de la región, la implicación es de intercambio a larga distancia: el pedernal
rojo de Chontales y la obsidiana de Honduras. Algunas de las herramientas
probablemente llegaron prefabricadas, pero la abundancia de lascas de todos los
materiales, indica manufactura local.
Producción textil
La evidencia de producción textil fue abundante en Santa
Isabel, con ruecas de hilar y herramientas de telar hechas de hueso (figura 35). En
contraste, las ruecas fueron escasas en Tepetate y El Rayo, como indicador de
que se importó hilo desde centros de producción como Santa Isabel. Figurillas
femeninas representan vestimentas como blusas finas y posiblemente faldas. El hilo
también fue utilizado en la fabricación de redes para pescar y hamacas.
Alfarería
La producción de cerámica por análisis de la composición,
es el tema de tesis doctoral de Carrie Dennett, de la Universidad de Calgary. Secciones
delgadas de diferentes tipos cerámicos han sido observadas con microscopio,
para identificar tipos diferentes de arcilla, representando centros de
producción distintos (figura
36). Por ejemplo, Tepetate es conocido como un centro de fabricación de
figurillas, en base a moldes recuperados arqueológicamente.
Piedra verde
La piedra verde adquiere una superficie lustrosa que se
denomina usualmente ‘jade social’, no es jade verdadero, pero si una imitación
local. Santa Isabel tenía evidencia de la producción de cuentas, colgantes y
amuletos de jade social. La materia prima tenia evidencia de huellas de
sierra-hilo para crear la forma básica (figura 37).
Herramientas de hueso
La preservación excepcional de huesos en Santa Isabel y
El Rayo, incluyó ejemplos de herramientas de hueso como anzuelos y agujas. En
Santa Isabel también había evidencia de su producción. Por ejemplo, huesos
largos de venado tenían huellas de cortes por sierra-hilo, probablemente para
la fabricación de anzuelos (figura
38).Otros huesos estaban modelados para fabricar herramientas de telar y
de ornamentación.
Producción de concha
En Santa Isabel habían varios ejemplos de joyería de
concha de mar. Además, habían deshechos de núcleos de caracol marino como
evidencia de la fabricación de objetos (figura 39). La abundancia de estos núcleos
implica la producción por el intercambio.
Es interesante, entonces, que no habían ejemplos de joyería de concha en
Tepetate o El Rayo.
Conclusión
Excavaciones en Santa
Isabel, Tepetate y El Rayo representan el programa arqueológico más extenso en
la historia de Nicaragua, y han producido descubrimientos importantes e
interpretaciones nuevas. Estamos en el proceso de reinventar la historia
prehispánica del país, en base a datos científicos. La importancia de este tipo
de investigación es con relación a la identidad cultural de hoy en día. Cualquier población está relacionada a su
pasado. Con mejor conocimiento de su historia, un pueblo tiene una fundación más
fuerte. La investigación científica de la arqueología –en contraste a la colección
privada de piezas– es por el bien de todos, al igual que la preservación de
sitios, como recursos culturales del patrimonio nacional.
Las
investigaciones de los proyectos en Santa Isabel, Tepetate y El Rayo, son
ejemplos del valor de excavaciones científicas, que han revelado algo de la
diversidad y complejidad de la sociedad indígena nicaragüense. Aunque vivían en
casas sencillas, comían de la tierra y el lago proporcionaba alimentación
abundante y sana. Practicaban ritos
mortuorios en un sentido espiritual, con respeto a la madre tierra. En su
cerámica hermosa, existía una expresión de sus capacidades artísticas. La
ornamentación y la producción especializada, indican la complejidad de la
organización social y contactos exteriores. En total, los indígenas de hace mil
años vivían en simbiosis con su medio ambiente.
En 2000, arqueólogos de la Universidad de Calgary, bajo
la dirección de Dr. Geoffrey McCafferty, iniciaron investigaciones de culturas prehispánicas
que vivieron en la costa del Lago Cocibolca. Específicamente, estas investigaciones
han intentado evaluar relatos históricos de migraciones de grupos mesoamericanos
del altiplano de México (FIGURA
1), quienes hablaban idiomas asociados con las familias de Oto-Mangue y Náhuatl.
Santa Isabel
Santa Isabel, al norte de San Jorge, fue identificado en el libro fundacional The
Archaeology of Rivas, Nicaragua por Paul Healy (1980), y también en el
recorrido superficial de Karen Niemel (2003).
En estos estudios fue interpretado como uno de los sitios más
importantes del Postclásico (800-1522 d.C.). Desde 2000 a 2005 el Proyecto
Santa Isabel, Nicaragua (SIN) investigó rasgos domésticos para inferir prácticas
cotidianas del período Sapoá, pero sin encontrar evidencia del período Ometepe
asociado con los Nicarao.
Siete locales fueron investigados en Santa Isabel
utilizando pozos de prospección y excavaciones horizontales (FIGURA 2). Los montículos 1, 3, y 6 fueron los que se
exploraron con mayor intensidad. El énfasis estaba en exposiciones de niveles
superiores, relevante a los últimos habitantes. Fechas de radiocarbón indican
que el sitio fue abandonado cerca de 1250 d.C.
El Proyecto SIN fue uno de los primeros en Centroamérica
para investigar prácticas domésticas, incluyendo la arquitectura residencial,
alimentación, producción especializada, y la ideología religiosa. Otro
resultado importante fue la datación por radiocarbón de muestras asociadas con
cerámica policromada, para revisar la cronología del Postclásico.
Tepetate
Tepetate está ubicado al norte de la ciudad moderna de Granada,
y ha sido conocido por arqueólogos (y huaqueros) por más de 100 años. En 1996, Silvia Salgado lo identificó como
centro regional, probablemente asociado con la comunidad indígena de Xalteva al
momento de la Conquista. Excavaciones del Proyecto Arqueológico Granada,
Nicaragua (PAGN), en 2008, exploró tres locales en el extremo norte del sitio (FIGURA 3). En Tepetate
se encontraron restos arquitectónicos en niveles profundos, aunque las capas
superiores eran muy perturbadas por acciones de huaqueros. Es una tragedia que
uno de los sitios más importantes de Nicaragua ha sido casi destruido en
tiempos recientes. En el Local 3 se excavó un cementerio de restos humanos muy
deteriorados, asociado con urnas tipo zapato.
El Rayo
El sitio El Rayo está localizado en la península Asese
del Lago Cocibolca. Fue descubierto por Silvia Salgado en los 90s como parte de
su inventario de sitios en la región de Granada. Hace pocos años, durante la construcción
de un camino, se encontró evidencia de
un cementerio Postclásico con restos de urnas en forma de zapato. Para rescatar
información del sitio, investigaciones empezaron en 2009 y continuaron en 2010 (FIGURA 4). El Rayo es
uno de los sitios arqueológicos más importantes en Nicaragua, en parte porque
fue ocupado continuamente desde el período Bagaces tardío hasta el Sapoá
(600-1250 d.C.), pero también por la preservación excelente de materiales. Ofrece
un rango de patrones mortuorios, incluyendo entierros rituales. Restos domésticos
en el Local 2 permiten comparaciones entre la cultura material de la transición
Bagaces/Sapoá, cuando grupos étnicos de México llegaron al Pacífico de
Nicaragua. El análisis de estos contextos permitió una reevaluación rigorosa de
estos mitos de migración.
Este ensayo presenta conclusiones de diez años de
investigación arqueológica. Está
dividido entre cronología, alimentación, arquitectura, patrones mortuorios, ornamentación,
y producción especializada artesanal.
Fundaciones cronológicas
Las culturas arqueológicas son descritas en base a sus
dimensiones espaciales y temporales. Así mismo, las cronologías regionales son
una fundación importante para interpretación. La cronología del Pacífico de
Nicaragua tradicionalmente ha sido asociada a Costa Rica, en parte por la
abundancia relativa de la arqueología científica allá. El resultado, es una
secuencia de cinco períodos de larga duración (figura 5).
Radiocarbón
La técnica más común para determinar fechas arqueológicas
es utilizando isótopos de radiocarbón. El elemento carbón típicamente tiene 12
neutrones (C12), pero también existe carbón radioactivo con 14 neutrones (C14).
Estos átomos radioactivos decaen en un rato fijo, con vida media de 5270 años.
La determinación de la cantidad de C14 en una muestra orgánica, por ejemplo en
madera carbonizada, da una aproximación del tiempo después de la muerte.
Santa Isabel
Diecisiete muestras de radiocarbón fueron analizadas de
Santa Isabel, y todas fechaban entre 900 a 1250 d.C., consistente con el
período Sapoá (figura 6). Esto fue una sorpresa, porque investigaciones
previas en el sitio concluyeron que fue ocupado continuamente en el período
Ometepe, hasta el contacto Europeo. Estas interpretaciones previas estaban basadas en cerámica diagnóstica del período
Ometepe, como los polícromos Vallejo y Madeira, y Castillo Esgrafiado. La
conclusión, en base a las fechas nuevas, es que la secuencia cerámica
tradicional debe ser revisada, con muchos de los diagnósticos ‘Ometepe’
introducidos unos siglos más temprano (figura 7).
Tepetate
Cuando no se encontraron restos asociados con el período
Ometepe en Santa Isabel, el sitio de Tepetate fue escogido porque fue ocupado
al momento del contacto europeo. Las
excavaciones recuperaron cerámica asociada con la secuencia tradicional,
incluyendo cerámica de los tipos Mombacho y Vallejo (figura 8). Dos fechas de C14 (1030 +/- 40
y 1140 +/- 40) otra vez pertenecen al período Sapoá Tardío, indicando una vez
mas que la secuencia tradicional no coincide con los datos nuevos.
El Rayo
El Rayo fue excavado con la esperanza de encontrar restos
del período Ometepe, y nuevamente el sitio aparece abandonado durante el período
Sapoá Tardío (1100-1150 d.C.). Asombrosamente, niveles profundos en el Local 2,
incluyeron depósitos ricos de cerámica del período Bagaces Tardío (figura 9). Fechas de
radiocarbón indican que el sitio fue ocupado por primera vez 600 d.C.; y entre
650 a 800 d.C. nuevos tipos de cerámica, como el Momta Policromo, fueron
introducidos. La cerámica Sapoá fue adoptada relativamente rápido, entre 750 y
850 d.C., con cambios grandes en los tipos y formas de vasijas empleadas.
Conclusión
Los proyectos SIN y PAGN han contribuido 27 fechas de
radiocarbón relacionadas a los períodos Bagaces Tardío hasta Sapoá Tardío,
600-1250 d.C. Los resultados cambian la secuencia tradicional, especialmente en
relación a diagnósticos del período Ometepe, y clarifican la transición entre
Bagaces y Sapoá (650-800 dC).
Alimentación
La alimentación –definido por las plantas y animales
consumidos, las técnicas de preparación y rituales asociados– es una manera
fundamental para inferir las identidades culturales, especialmente la etnicidad
(figura 10). Para
identificar posibles grupos de migrantes en el Pacífico de Nicaragua,
consistente con las fuentes etnohistóricas, la alimentación arqueológica fue
una meta importante de los proyectos SIN y PAGN.
Medio ambiente
El Pacífico de Nicaragua ha estado descrito como un
paraíso ecológico, con una abundancia de plantas y animales selváticos. Esto
está reflejado en la diversidad de restos faunísticos recuperados en contextos
arqueológicos, como pescado, tortuga, venado, armadillo, y una variedad de
aves, reptiles, y mamíferos. Los pescados fueron los más abundantes en restos
de fauna en los contextos bien preservados de Santa Isabel y El Rayo (figura 11). En cambio,
en Santa Isabel los venados fueron la mayor contribución de carne en la dieta.
Herramientas de caza
La evidencia arqueológica por la caza y pesca de animales
incluyó una de las clases de artefactos más abundantes (figura 12). Pesas de red para pescar
hechas de fragmentos de cerámica, se encuentran en varias formas. Anzuelos de
hueso se encontraron tanto en Santa Isabel como en El Rayo. Puntas de proyectil,
probablemente utilizadas como lanzas para cazar animales grandes, fueron escasas. Más común eran las bolitas de arcilla,
utilizadas como proyectiles de cerbatana para cazar aves.
Restos botánicos
Preservación excelente de restos de plantas incluyen
muestras de madera y semillas carbonizadas (figura 13). Análisis microscópico de la madera
carbonizada puede ofrecer información acerca de la selva prehispánica. La
mayoría de las semillas son de jocote, una fruta que puede ser fermentada para
hacer una especie de vino. Otras semillas incluyen frijol, cacao y nueces de la
palma coyol. Es notable que no haya evidencia arqueológica de maíz.
Preparación
Otros artefactos relacionados con la preparación de la
comida. Raspadores líticos fueron empleados para descarnar animales de caza. Las
hachas eran utilizadas para cortar arboles, y posiblemente para excavar raíces
comestibles. Con piedras de moler, como manos y metates (figura 14), la gente molió semillas y
frutas; aunque un estudio reciente de fitolitos indicó (otra vez) que el maíz
no estaba procesado. Pequeños microlitos, llamados ‘raspaditas’, posiblemente
fueron metidos en tablas de madera para raspar raíces como la yuca.
Vasijas de cocina
Vasijas utilitarias ofrecen información adicional sobre prácticas
de cocina (figura 15). Vasijas abiertas (cazuelas) probablemente
fueron utilizadas para preparar sopas con una mezcla de plantas y animales silvestres.Las
vasijas en forma de zapato posiblemente eran para hervir líquidos, con el vapor
capturado por la superficie superior de la vasija.
Conclusiones
Recientes investigaciones arqueológicas ofrecen
información extensiva sobre la alimentación prehispánica, especialmente del período
Sapoá. La gente consumió plantas y animales obtenidos del medio ambiente. En
contraste a las expectativas, casi no existía evidencia de plantas o animales
domésticos: no hubo evidencia de maíz, chompipe, ni perro entre los cientos de
semillas carbonizadas o restos faunísticos.
Estudios nutricionales utilizando el análisis de isotopos, están en
proceso para clarificar patrones antiguos de la dieta.
Arquitectura
Muy poca información existía
acerca de formas arquitectónicas prehispánicas. En fuentes etnohistóricas del
siglo XVI, por ejemplo por Oviedo, habían descripciones de edificios
impermanentes hechos de bajareque y techos de palma (figura 16).
Fotos históricas también dan imágenes de casas indígenas (figura 17). Hasta el
inicio de los Proyectos SIN y PAGN, las excavaciones arqueológicas no han
recuperado mucha información sobre patrones arquitectónicos en el Pacifico de
Nicaragua.
Santa Isabel
Las excavaciones en Santa
Isabel permitieron investigar restos domésticos en varios montículos
artificiales. Aunque no fue posible identificar huellas completas de los
edificios, se encontraron varios restos de pisos ocupacionales y muros (FIGURA 18). La mayoría de los pisos consistieron de arena
compactada, pero en algunos casos habían capas delgadas de estuco. En el Montículo 3, una secuencia de ocho
pisos superpuestos, indica que fueron ocupados de 30-50 años antes de reconstrucción.
Los muros consistieron de bajareque –una composición de palos delgados
entrelazados y cubiertos con lodo seco-. Restos arqueológicos de bajareque están
en forma de pedazos de lodo quemado con huellas de los palos.
Tepetate
El montículo mas completo de
Tepetate ha estado muy huaqueado en años recientes. Excavaciones encontraron el derrumbe de muros
destruidos en capas superficiales del edificio. A una profundidad mayor a un
metro, si había evidencia de pisos hechos de piedra asociados con las bases de los
muros (figura 19). En
otro local del mismo sitio, se excavó un muro bien preservado de piedras.
El Rayo
Un ejemplo de arquitectura
monumental fue encontrada en el Local 2 de El Rayo, con un muro de piedra a un
metro de ancho, que probablemente sirvió como muro de contención (figura 20). Fue construido en la fase Bagaces Tardío. Además,
restos arquitectónicos de estructuras habitacionales estaban ubicadas encima de
la plataforma hecha por el muro de contención.
Conclusión
Aunque son mínimas, la
evidencia de arquitectura encontrada en estos proyectos es de las primeras
descubiertas en Nicaragua. Indica que los indígenas vivían en casas permanentes
y en asentamientos de larga duración. La presencia de un muro monumental
implica una organización política, en la que los habitantes trabajaban juntos
para el bien público.
Patrones Mortuorios
Investigaciones arqueológicas recientes en el Pacífico de
Nicaragua, han encontrado un rango de patrones mortuorios de los períodos
Bagaces y Sapoá (600-1250 d.C.). Estos períodos incluyen la llegada de
migrantes mesoamericanos, como dicen las fuentes históricas, y entonces se
relacionan a cambios culturales. Patrones mortuorios ofrecen datos importantes
para evaluar estos cambios.
Santa Isabel
El patrón típico de entierros en el Postclásico de
Nicaragua, está en urnas grandes con forma de zapato (figura 21). En Santa Isabel estas fueron
utilizadas para enterrar infantes. En contraste, un adulto y dos adolescentes
fueron enterrados directamente en el suelo, abajo de pisos residenciales (figura 22). El adulto
(masculino) fue enterrado con pedacitos de piedra verde, herramientas de
lapidario, y una vasija extraña con caras de búho.
Tepetate
En Tepetate, conjuntos de urnas fragmentadas, incluyendo
urnas en forma de zapato y ollas con boca grande, fueron encontradas con restos
humanos mal preservados (figura
23). Todos los individuos fueron adultos, unos adentro de urnas y otros
extendidos encima. Ofrendas incluyeron cajetes, vasijas miniaturas con caras
aplicadas, y ornamentación. Una posible cripta fue encontrada en Montículo 1,
en donde había una alineación de piedras planas. Un diente humano fue el único
resto humano en una área con mucha evidencia del huaquerismo.
El Rayo
El sitio El Rayo tenía entierros de los períodos Bagaces
y Sapoá, pues presentaba evidencia excelente para interpretar cambios en
patrones mortuorios. El cementerio principal fue expuesto en un corte de
camino, que revelaba urnas con forma de zapato, y restos humanos. Varias
concentraciones de urnas tipo zapato, fueron encontradas (figura 24) con vasijas
pequeñas y piedras volcánicas adentro; pero restos humanos fueron escasos. En
cambio, cráneos humanos aislados fueron encontrados adyacentes a las urnas,
posiblemente como evidencia de un culto de cabezas de trofeo. Una excepción fue
una urna con cráneo adentro, con una navaja de pedernal en su boca (figura 25). Un conjunto
de tres urnas estuvieron asociadas con un grupo de navajas bien formadas, dos
orejeras grandes, y una cajetilla llena con casi 100 cuentas de barro. Abajo
del nivel de las urnas, habían entierros primarios en posición flexionada,
asociado con cerámica del período Bagaces como indicador de un patrón distinto
(figura 26).
El Local 3 tenía urnas de zapatos adicionales, orientadas
de norte a sur, en frente de una capilla (figura 27). Restos humanos fueron escasos en las
vasijas; aunque huesos aparecieron en el suelo alrededor de las urnas. En otra
área del mismo local, restos humanos en mal estado de preservación estaban
asociados con vasijas completas, un cascabel de cobre y una ocarina (figura 28).
Conclusión
Excavaciones recientes en el Pacífico de Nicaragua han
encontrado una variedad de patrones mortuorios. Durante el período Bagaces,
entierros fueron primarios, en posiciones flexionados o extendidos. Urnas en
forma de zapato fueron típicas del período Sapoá, aunque la presencia de restos
humanos en las urnas fue inconsistente, con infantes en las urnas en Santa
Isabel pero adultos enterrados en urnas en Tepetate.
Ornamentación e identidad
Una de las metas principales de
la investigación arqueológica en el Pacífico de Nicaragua fue la interpretación
de identidades culturales, especialmente la etnicidad. La ornamentación es uno de los aspectos de la
cultura material más relacionada a la identidad. En Nicaragua, la ornamentación
consistió de objetos como cuentas de collar, colgantes, orejeras hechas de
piedra verde, hueso, concha, y cerámica. Otra ornamentación incluyó materiales
impermanentes, como textiles, plumas, y tatuaje. Estos podrían ser inferidos por las
figurillas policromas en contextos arqueológicos.
Cuentas
Las cuentas fueron una de las
clases de ornamentación más común (figura 29). La mayoría
fueron fabricadas de arcilla, pero hueso y piedra verde también fueron
utilizados. En El Rayo, una cajetilla pequeña contenía casi 100 cuentas de
cerámica y hueso, probablemente como una ofrenda mortuoria. Una cuenta larga de
Santa Isabel fue grabada con la cara del dios de la lluvia mesoamericano,
Tlaloc.
Colgantes
Colgantes estaban hechos de barro,
hueso (incluyendo dientes humanos y de animal), concha y piedra verde (figura 30). Los más
elaborados fueron grabados en hueso: uno representó serpientes emplumadas. Un
cascabel de cobre fue recuperado, como un ejemplo raro de joyería metálica.
Orejeras
La mayoría de las orejeras
fueron hechas de arcilla fina, pulida a un color café oscuro. La forma mas común consistió de círculos con
paredes delgadas y cóncavas (figura
31). El tamaño puede relacionar la edad del individuo y/o su estatus.
Otras orejeras fueron más elaboradas, con decoraciones. Algunas fueron hechas
con vertebras de pescados.
Tatuaje y pintura
Fuentes etnohistóricas, indican
que los nicaragüenses indígenas decoraban ellos mismos sus cuerpos con
tatuajes. Esta práctica es indicada por las figurillas policromas del
Postclásico. Sellos han sido encontrados para la aplicación de decoración
pintada en textiles y en el cuerpo mismo (figura 32).
Figurillas
Figurillas como
representaciones en miniatura, ofrecen información importante en la manera de
cómo los nicaragüenses de imaginaban a si mismos, con detalles sobre la
ornamentación que no se preserva arqueológicamente, como tocados, tatuajes,
pintura de cuerpo y vestimenta (figura 33). Análisis cuidadosos de figurillas con otros
aspectos de la ornamentación, pueden dar información importante de estética,
sobre los conceptos en relación al ‘cuerpo hermoso’.
Producción Especializada
Artesanal
Una de las características fundamentales de las sociedades
complejas, es la producción especializada de materiales. Esto implica la
alocación de tiempo y energía laboral, aparte de subsistencia básica. También
sugiere un grado de jerarquía y el intercambio a larga distancia de objetos
preciosos. Las investigaciones en el Pacífico de Nicaragua, y particularmente
en Santa Isabel, han encontrado una variedad de actividades especializadas
artesanales.
La lítica
La evidencia más abundante de la producción especializada
existe en los miles de fragmentos de piedra lascada, un deshecho en fabricación
de herramientas de pedernal. La mayoría de materiales de lítica utilizados en
la costa del Lago Cocibolca fue silex blanco, pero el pedernal rojo oscuro,
calcedonia y obsidiana también fueron utilizados (figura 34). Ninguno de estos materiales provenían
de la región, la implicación es de intercambio a larga distancia: el pedernal
rojo de Chontales y la obsidiana de Honduras. Algunas de las herramientas
probablemente llegaron prefabricadas, pero la abundancia de lascas de todos los
materiales, indica manufactura local.
Producción textil
La evidencia de producción textil fue abundante en Santa
Isabel, con ruecas de hilar y herramientas de telar hechas de hueso (figura 35). En
contraste, las ruecas fueron escasas en Tepetate y El Rayo, como indicador de
que se importó hilo desde centros de producción como Santa Isabel. Figurillas
femeninas representan vestimentas como blusas finas y posiblemente faldas. El hilo
también fue utilizado en la fabricación de redes para pescar y hamacas.
Alfarería
La producción de cerámica por análisis de la composición,
es el tema de tesis doctoral de Carrie Dennett, de la Universidad de Calgary. Secciones
delgadas de diferentes tipos cerámicos han sido observadas con microscopio,
para identificar tipos diferentes de arcilla, representando centros de
producción distintos (figura
36). Por ejemplo, Tepetate es conocido como un centro de fabricación de
figurillas, en base a moldes recuperados arqueológicamente.
Piedra verde
La piedra verde adquiere una superficie lustrosa que se
denomina usualmente ‘jade social’, no es jade verdadero, pero si una imitación
local. Santa Isabel tenía evidencia de la producción de cuentas, colgantes y
amuletos de jade social. La materia prima tenia evidencia de huellas de
sierra-hilo para crear la forma básica (figura 37).
Herramientas de hueso
La preservación excepcional de huesos en Santa Isabel y
El Rayo, incluyó ejemplos de herramientas de hueso como anzuelos y agujas. En
Santa Isabel también había evidencia de su producción. Por ejemplo, huesos
largos de venado tenían huellas de cortes por sierra-hilo, probablemente para
la fabricación de anzuelos (figura
38).Otros huesos estaban modelados para fabricar herramientas de telar y
de ornamentación.
Producción de concha
En Santa Isabel habían varios ejemplos de joyería de
concha de mar. Además, habían deshechos de núcleos de caracol marino como
evidencia de la fabricación de objetos (figura 39). La abundancia de estos núcleos
implica la producción por el intercambio.
Es interesante, entonces, que no habían ejemplos de joyería de concha en
Tepetate o El Rayo.
Conclusión
Excavaciones en Santa
Isabel, Tepetate y El Rayo representan el programa arqueológico más extenso en
la historia de Nicaragua, y han producido descubrimientos importantes e
interpretaciones nuevas. Estamos en el proceso de reinventar la historia
prehispánica del país, en base a datos científicos. La importancia de este tipo
de investigación es con relación a la identidad cultural de hoy en día. Cualquier población está relacionada a su
pasado. Con mejor conocimiento de su historia, un pueblo tiene una fundación más
fuerte. La investigación científica de la arqueología –en contraste a la colección
privada de piezas– es por el bien de todos, al igual que la preservación de
sitios, como recursos culturales del patrimonio nacional.
Las
investigaciones de los proyectos en Santa Isabel, Tepetate y El Rayo, son
ejemplos del valor de excavaciones científicas, que han revelado algo de la
diversidad y complejidad de la sociedad indígena nicaragüense. Aunque vivían en
casas sencillas, comían de la tierra y el lago proporcionaba alimentación
abundante y sana. Practicaban ritos
mortuorios en un sentido espiritual, con respeto a la madre tierra. En su
cerámica hermosa, existía una expresión de sus capacidades artísticas. La
ornamentación y la producción especializada, indican la complejidad de la
organización social y contactos exteriores. En total, los indígenas de hace mil
años vivían en simbiosis con su medio ambiente.